Oliver Tate es un adolescente de quince años que se ha fijado dos objetivos vitales durante ese año: conseguir perder la virginidad antes de cumplir los dieciséis acostándose con su novia e impedir que su madre abandone a su padre para irse a vivir con un antiguo amor del instituto reconvertido en gurú, que ha regresado para seducirla.
Durante el gobierno de Margaret Thatcher, la mina de carbón de un pueblo del norte de Inglaterra está a punto de ser cerrada. La banda de música de los mineros, toda una institución con más de un siglo de historia, también corre el peligro de desaparecer. A pesar de ello, Danny, el líder de la banda, exhorta a sus compañeros para animarlos a seguir compitiendo en el concurso nacional.
En uno de los barrios más conservadores del sureste de Londres, viven dos adolescentes cuyas vidas no han sido nada fáciles. La relación entre ellos cambia, cuando ambos asumen su condición sexual y se enamoran inesperadamente.
Un chico solitario que se hace llamar «Butter» va a hacer historia. Se va a comer a sí mismo en directo por internet y todo el mundo está invitado a mirar.
Una célebre periodista, que hace malabarismos con su ocupada carrera y su vida personal, sufre un vuelco en su vida debido a un extraño accidente automovilístico.
Dos hermanos deben dinero a la persona equivocada en el momento más inoportuno. Mientras se dan a la fuga para intentar conseguir algo de fondos, se ven obligados a hacerse cargo de una adolescente y a huir de unos asesinos que siguen todos y cada uno de los movimientos que realizan.
Antón, un niño de nueve años, acaba de mudarse con sus padres desde una gran ciudad de Estados Unidos a un pequeño pueblo en un lugar remoto de Escocia. En su nuevo hogar conocerá a Rudiger, un pequeño vampiro del que rápidamente se hace amigo. Entre los dos, emprenderán la búsqueda de un amuleto que permita a Rudiger volver a ser un niño normal.
Todos los ladronzuelos del marginal barrio de Colinwood, en Cleveland, sueñan con el crimen perfecto; lo que en su jerga llaman un «Bellini»: un golpe que implica un sustancioso botín, pero que es tan fácil que el más tonto podría llevarlo a cabo. Según Cosimo, el «cerebro» de la operación, sólo es preciso contar con un cabeza de turco, alguien que necesite tanto los 5.000 dólares que está dispuesto a ofrecer, que no dude en pasar en la cárcel el tiempo que debería pasar él.
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