Helen vive con su exmarido, la novia de 20 años de este, su nuevo bebé y la madre moribunda de este, Gwen. Su vida es un suplicio y, como la de las demás mujeres con las que trabaja en la fábrica de pollos local, transcurre al servicio del reloj. Sólo vive para reírse con sus amigas en el trabajo, cuidar de Gwen y la música. Cuando Joanne, la chica a la que amaba en secreto en el colegio, vuelve a la ciudad, el mundo de Helen se pone patas arriba.